​Menuda provocación, eh? No se ofendan, nadie está en contra del MVP Sergio Llull ni de Cristiano Ronaldo, último Balón de Oro -mal que les pese a Messi y a Neymar-, que menudo trabajo para conseguir sendos reconocimientos.

La historia viene a propósito de un libro escrito por el fundador de Village Capital, Ross Baird. En «Los ángulos muertos de la innovación», publicado hace un par de meses en Estados Unidos, busca ser el Pepito Grillo del impacto social. Lejos de enternecer con las bondades de la responsabilidad social corporativa (CSR) y de fundaciones tipo Melinda & Bill Gates o Chan & Zuckerberg, en las que los inversores tienen dos bolsillos (el corporativo y el filantrópico), Baird propone el bolsillo único para invertir de abajo a arriba en proyectos sociales que mejoren los seis aspectos fundamentales de la Humanidad: alimentación, salud, energía, agricultura, finanzas y vivienda.

Ross Baird aboga por que los inversores desbloqueen los ángulos muertos de su panorámica visual, salgan a buscar a los emprendedores fuera de sus círculos habituales de pesca, y rompan los patrones demográficos que indican que inversores y emprendedores viven a unos cien kilómetros de separación, lo que explica que sólo los emprendedores pudientes tengan acceso a financiación.

Para Baird, hay que plantar la semilla de la inversión en una zona donde la gente quiera quedarse a vivir (topofilia), porque eso crearía una corriente de innovación mayor que los famosos aceleradores de startups. La mayoría de inventores, gente que crea proyectos al salir del curro, no pueden permitirse dimitir de un trabajo que les paga las facturas e irse al acelerador a probar suerte, así que muchas buenas ideas mueren antes de nacer y los inversores no llegan ni a conocerlas. A largo plazo, eso retrasa el desarrollo tecnológico y reduce el PIB nacional.

Sólo el 15% de los últimos 150 unicornios se dedican a cubrir las seis necesidades de la Humanidad, pero la tendencia comienza a invertirse y tanto emprendedores apegados a su terruño como inversores topófilos se distancian del modelo californiano:

  • En 2015, la mitad de los residentes que se mudaron fuera de San Francisco Bay Area eran millennials.
  • Adam Wiener, otro investigador, predijo en 2016 la huida de talento en Silicon Valley: “La presa se ha roto”. El resultado hoy se plasma en cuatro regiones estadounidenses con más unicornios que el famoso valle tecnológico.
  • La mitad de las empresas que aparecían en el índice Fortune 500 allá por el año 2000 no existen ya, y el 86 por ciento de la famosa lista lo forman corporaciones nacidas fuera de San Francisco, Nueva York y Boston, los tres centros bendecidos por la innovación y los inversores en las últimas décadas.

Así que ahora queda claro que, para desarrollar una sociedad, más que MVPs o Balones de Oro, lo que necesitamos es un ecosistema sin ángulos muertos que facilite la innovación. Ross Baird pasará por Dubai en diciembre. Ya les contaré de qué va la cosa.